1. Dar de comer dormido
Algunos padres pueden caer en la tentación de alimentar a sus hijos mientras duermen, pensando que de esta manera el niño comerá más. Frases como “Le doy el biberón dormido”, “Si no, no comería nada” o “Si encima le quito el biberón de la noche…” son bastante comunes. Sin embargo, dar el biberón o la comida dormido para que el niño coma más puede causar problemas serios. Puede causar atragantamientos y asfixia, afectar la manera en que el niño aprende a regular su apetito, hacer que el niño dependa del biberón para conciliar el sueño y, paradójicamente, cuanto más coma dormido, menos comerá por el día.
2. Prolongar mucho la comida
Es habitual que los padres se preocupen si su hijo tarda mucho en comer. “Estamos una hora hasta que come”, “Se junta casi la comida y la merienda”, “Si estoy poco rato, no come nada” son comentarios que se escuchan con frecuencia. Pero debemos priorizar los hábitos sobre la cantidad de comida. Un tiempo preestablecido de 25-35 minutos para la comida debería ser nuestro objetivo. No por comer más va a estar más sano.
3. Perseguir para comer
“Si no estoy encima, no comería..”, “Cómo va a comer tan poco”, “No ha comido suficiente” son frases típicas en muchas casas. Sin embargo, perseguir a los niños para comer es una práctica desaconsejada. Es importante que establezcamos el cuándo, dónde y cómo debe comer nuestro hijo, con límites claros. Comer (mucho o poco) tiene que ser un placer, no un castigo.
4. Decidir cuánto tiene que comer el niño
“Tiene que tomar 6 tomas de 180 cc”, “Su primo toma el doble de puré”, “El bote pone que tiene que tomar 120 cc…” son ideas preconcebidas que pueden hacer más mal que bien. Intentar que el niño finalice cada comida independientemente del hambre es contraproducente. Debemos establecer una buena relación con la comida, con una adecuada interpretación del hambre y la saciedad. Cada niño decide cuánto quiere comer. Si se malinterpretan la saciedad, favorecemos la obesidad futura.
5. Distraer para que coma
“Le pongo la tele y entonces abre la boca…”, “Solo come si le dejo la tablet”, “Tengo que bailar y cantar para que tome brócoli” son tácticas que pueden parecer efectivas a corto plazo, pero que a la larga pueden ser perjudiciales. Cuando damos comida con distracción el niño engulle, pero no aprende a comer. Nuestro objetivo debe ser crear un hábito saludable y una buena relación con la comida. Las pantallas o las distracciones no deben de formar parte de las comidas.
6. Forzar la alimentación del niño
“Yo sé lo que necesita el niño…”, “La abuela me dice que tiene que comer un plato entero”, “Si no come esta cantidad, se pondrá enfermo” son presiones que pueden llegar a ser muy negativas. Nunca debemos de forzar a un niño a comer. Obligar al niño a comer produce un miedo y una percepción negativa de la alimentación. Si se fuerzan, rechazan la alimentación a corto plazo: “pan para hoy, hambre para mañana”.
Recuerda
NO dar de comer dormido, no forzar a comer, evitar distracciones en la mesa, limitar el tiempo de la comida, no perseguir para que coma. Si te preocupa el peso, los nutrientes, el crecimiento… ¡Consulta con el pediatra!